Las experiencias vividas en la
infancia en la relación con nuestros padres marcan la forma en que actuamos con
nuestros hijos, esto es algo bien conocido. Podemos decir que actualmente, esto
es algo con lo que las madres luchamos internamente.
En mi caso provengo de una
familia que fue por mucho tiempo unida, y que desde ya hace algunos años se ha
vuelto algo disfuncional: padres separados, madurez prematura,
responsabilidades adquiridas antes de tiempo, una madre ausente prestando todo
el apoyo que podía a sus hijos en plena etapa de adolescencia, y un padre con
nueva familia que velaba de manera distante por el bienestar de sus hijos.
Si, como leen, entre esos hijos
estaba yo, aunque nunca faltaba el pan en casa, faltaban los apoyos y los
abrazos constantes de una madre o padre que celebrara, no a lo lejos, las metas
alcanzadas, y las mínimas alegrías.
Recuerdo que era rara la vez
cuando alguno de ellos por cuestiones de trabajo, estaba entre el público que aplaudía
los actos escolares, o cuando era la candidata al reinado de la escuela. Muchos
momentos perdidos que solo se quieren y deben disfrutar en familia, porque los
logros de los hijos también en parte son los logros de los padres.
Mi madre cuando yo apenas tenía
17 años, se fue de casa a otro lugar para cuidar a su mama que estaba enferma,
luego del fallecimiento de mi abuela, se quedo viviendo allí para cuidar a su
papa. Un gran ejemplo de amor y dedicación de una hija a sus padres, pero… ¿y
los hijos adolecentes de esa mujer abnegada? ¿Y su familia?
Mi padre, quien casado con mi
mama tenía otra familia, se dividía entre ambas para luego escoger estar en el
lugar donde se encuentra ahora, una vez más… ¿y sus otros hijos? ¿Y su familia?
Esto forma parte de mi mayor desafío de la crianza de mi hijo, y hasta en mi vida personal, no hacer eso que mis
padres hicieron, estar ausente en momentos importantes, y aunque mucho del
tiempo que paso y pase con ellos eran de cantidad y algo de calidad (porque de
lo contrario no tendría con ellos la relación que llevamos ahora), no dejo de
pensar que mi alegría podía haber sido mayor si alguno de ellos compartiera
conmigo el momento en que vi por primera vez mi vestido de novia, cuando supe
que el examen salió positivo, o cuando en el ginecólogo por primera vez vi
dibujarse en la pantalla la silueta del bebe que crecía dentro de mí, o
decidieran quedarse con nosotros y seguir siendo una familia.
Se cuáles son esas diversas
razones por las cuales no estuvieron allí, y en este momento de mi vida comienzo
a entender muchas cosas. Un trabajo a tiempo completo en una oficina de cuatro
paredes, no es excusa suficiente para no darle a los hijos lo que se merecen:
tiempo de calidad, la seguridad de estar allí siempre para abrazar a sus hijos.
Romper esos ciclos de ausencia,
de no conocer lo que realmente sienten los hijos, de pasar resentimientos que
no tienen nada que ver con ellos, de transmitir inseguridades y hasta tus
propios miedos, es el verdadero reto.
No se trata de malcriar o
consentir demás, sino de darles la seguridad a tus hijos de que siempre estarás
allí para ellos sin ningún obstáculo, que siempre los primeros aplausos que
escucharan son los tuyos, dejarlos vivir sus etapas con toda la alegría, y
madurar al tiempo que le corresponda, enseñarles el verdadero significado de
ser una familia, y no escuchar de sus bocas lo que muchas veces le reproche a
mis padres y pedí perdón por ello.
Este es mi desafío en la crianza,
poco a poco romper esos ciclos para que no vayan de generación en generación, y
así ver con orgullo a mi hijo formarse como un gran hombre, libre de rencores
pasados y con una infancia plenamente feliz.
Vivir la experiencia de tener
padres ausentes, me hecho entender lo que no quiero y lo que sí quiero que
forme parte de la vida de mi hijo y de mi propia maternidad. ¿Sabes tú cuál es
tu desafío en la crianza? Te invito a compartirlo.
Katiuska Figuera.
Cofundadora Lazos de Madre
Mama Blogger @inspirulina/@Preguntamama/ @Tuzonavital
Twitter @kathy_figuera
Querida amiga, cuabtas batallas te han tocado luchar! Deseo que sigas sanando todas esas heridas en nombre del capitán Sebas. Te admiro y te quiero
ResponderBorrarEscucho con frecuencia y yo misma soy parte de este reto: integrar mi historia y dar los pasos para crear la mía. Agradecida por tu honestidad, esa que hace realmente al lector parte de la historia de quien escribe.
ResponderBorrarmuchisimas gracias por sus comentarios, es un post bastante personal, pero al hablar acerca de este tipo de cosas entendemos que esas heridas estan sanadas y afrontadas. de todo eso nos queda la madurez para llevar una vida tranquila, feliz y sin rencores.
ResponderBorrar