jueves, 7 de agosto de 2014

COMO BUENA HIJA DE LA LUNA

Ella es Adriana Alfonzo, nuestra querida amiga de Coaching para mamas, y esta es su hermosa historia.      

Como buena hija de la luna, la maternidad siempre fue parte importante de mí.

      Corría el mes de Junio  del 2011 cuando supe (sin prueba de embarazo) que estaba embarazada. En ese entonces vivía el cuento de hadas que todas vivimos en los primeros meses de una relación. Pero, como todo cuento de hadas… llegó el colorín colorado.


      Mi embarazo fue hermoso y complicado; maravilloso, pero con días grises y de mucha tensión, fue un sueño hecho realidad, con el contraste de otra realidad no tan deseada.

      La certeza de una relación que no avanzaba junto al agravante de que no existiría participación paterna en la crianza de mi amada y deseada Camila, provocó desde la semana 21 perdida de líquido con contracciones y la posibilidad de perderla.

      Fue entonces cuando, con la valentía que la maternidad nos obsequia desde el día de la concepción, decidí asumir mi maternidad en solitario con el amor y la entrega más grande que pueda existir.

      Lo más maravilloso de esa decisión fue que desde el mismo instante, me sentí libre, dueña de mi destino y capaz de ofrecer a mi hija una vida tranquila, donde reinara el amor y sin el terrible sinsabor de una paternidad “por compromiso”.

      Llegaron los días duros: comunicar a la familia la decisión y ver en sus rostros preocupación y angustia. Un babyshower donde la pregunta del día era: y donde anda el papá? Buscando el hielo?…

      Así llegó el día más esperado: el nacimiento de mi Camila!Siempre pensé que ese día me afectaría no tener a su papá con nosotras… nada más lejano.

      Ese maravilloso 25 de Enero del 2012 (38 semanas) llegamos a la clínica a nuestro control semanal…y sorpresa! El líquido estaba por debajo del mínimo! Así que nos tocó cesárea de emergencia! Inmediatamente envío mensaje grupal y a los 20 minutos llegó mi hermana a procesar mi ingreso… con sólo escuchar su tacones en el pasillo supe que era ella y mi corazón se llenó de alegría... Llegaron mis hermanos, uno de sangre y dos de la vida,  mis padres… mis amigos… y Mi Camila a las 5:55pm.

      Llenar los papeles de registro de nacimiento fue realmente un momento muy fuerte. La vulnerabilidad de las horas posteriores al parto y la responsabilidad de tener en tus manos “el poder” de decidir el nombre y los apellidos de Camila, y que eso, de alguna manera definiera muchas cosas de su futuro, fue algo muy duro.

      Como todas las decisiones que he tomado en mi vida, acertada o no, opté por lo que me pareció más lógico y aquello que en cualquier momento pudiera modificarse, en caso de que así se decidiera. Hoy en día Camila lleva mis dos apellidos.

      El nacimiento de Camila significó, además del día más feliz de mi vida, el inicio de una nueva vida. Significó tomar la decisión de ser “La Mae de Camila” con honor, con orgullo, con la felicidad como estilo de vida, con el amor como premisa, con dedicación más que compromiso y con la promesa de que jamás Camila sentiría que había un algo que faltaba en su vida, al contrario siempre sobraría amor.

     Con esta certeza comprendí que jamás estaríamos solas, y la vida me lo demostró, pues cada vez que miraba a un lado de la habitación tenía una cara amiga, un brazo de apoyo y muchos corazones que latían a nuestro ritmo.

      Y  así ha sido nuestra vida, día tras día, una bendición tras otras, el sentirnos siempre que somos una parte de la otra y la vez, parte de una hermosa familia (de sangre y de amor).

      Somos inmensamente felices!Si, ser una familia monoparental y ser felices es posible!


      ¿El secreto? asumir las situaciones conforme se van presentando, entender que cada persona es libre de tomar la decisión que quiera; así no sea la correcta; perdonar, seguir adelante, pero por encima de todas las cosas agradecer a Dios y la vida cada día por ese ser maravilloso que me llama: Mamá!  

    Continuara .......




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