Ella es Adriana Alfonzo, nuestra querida amiga de Coaching para mamas, y esta es su hermosa historia.
Como buena hija de la luna, la maternidad siempre fue parte importante de mí.
Como buena hija de la luna, la maternidad siempre fue parte importante de mí.
Corría el mes de
Junio del 2011 cuando supe (sin prueba
de embarazo) que estaba embarazada. En ese entonces vivía el cuento de hadas
que todas vivimos en los primeros meses de una relación. Pero, como todo cuento
de hadas… llegó el colorín colorado.
Mi embarazo fue
hermoso y complicado; maravilloso, pero con días grises y de mucha tensión, fue
un sueño hecho realidad, con el contraste de otra realidad no tan deseada.
La certeza de una
relación que no avanzaba junto al agravante de que no existiría participación
paterna en la crianza de mi amada y deseada Camila, provocó desde la semana 21 perdida
de líquido con contracciones y la posibilidad de perderla.
Fue entonces
cuando, con la valentía que la maternidad nos obsequia desde el día de la
concepción, decidí asumir mi maternidad en solitario con el amor y la entrega
más grande que pueda existir.
Lo más maravilloso
de esa decisión fue que desde el mismo instante, me sentí libre, dueña de mi
destino y capaz de ofrecer a mi hija una vida tranquila, donde reinara el amor
y sin el terrible sinsabor de una paternidad “por compromiso”.
Llegaron los días
duros: comunicar a la familia la decisión y ver en sus rostros preocupación y
angustia. Un babyshower donde la pregunta del día era: y donde anda el papá?
Buscando el hielo?…
Así llegó el día
más esperado: el nacimiento de mi Camila!Siempre pensé que ese día me afectaría
no tener a su papá con nosotras… nada más lejano.
Ese maravilloso 25
de Enero del 2012 (38 semanas) llegamos a la clínica a nuestro control semanal…y
sorpresa! El líquido estaba por debajo del mínimo! Así que nos tocó cesárea de
emergencia! Inmediatamente envío mensaje grupal y a los 20 minutos llegó mi hermana
a procesar mi ingreso… con sólo escuchar su tacones en el pasillo supe que era
ella y mi corazón se llenó de alegría... Llegaron mis hermanos, uno de sangre y
dos de la vida, mis padres… mis amigos…
y Mi Camila a las 5:55pm.
Llenar los papeles
de registro de nacimiento fue realmente un momento muy fuerte. La
vulnerabilidad de las horas posteriores al parto y la responsabilidad de tener
en tus manos “el poder” de decidir el nombre y los apellidos de Camila, y que
eso, de alguna manera definiera muchas cosas de su futuro, fue algo muy duro.
Como todas las
decisiones que he tomado en mi vida, acertada o no, opté por lo que me pareció
más lógico y aquello que en cualquier momento pudiera modificarse, en caso de
que así se decidiera. Hoy en día Camila lleva mis dos apellidos.
El nacimiento de
Camila significó, además del día más feliz de mi vida, el inicio de una nueva
vida. Significó tomar la decisión de ser “La Mae de Camila” con honor, con
orgullo, con la felicidad como estilo de vida, con el amor como premisa, con
dedicación más que compromiso y con la promesa de que jamás Camila sentiría que
había un algo que faltaba en su vida, al contrario siempre sobraría amor.
Con esta certeza
comprendí que jamás estaríamos solas, y la vida me lo demostró, pues cada vez
que miraba a un lado de la habitación tenía una cara amiga, un brazo de apoyo y
muchos corazones que latían a nuestro ritmo.
Y así ha sido nuestra vida, día tras día, una
bendición tras otras, el sentirnos siempre que somos una parte de la otra y la vez,
parte de una hermosa familia (de sangre y de amor).
Somos inmensamente
felices!Si, ser una familia monoparental y ser felices es posible!
¿El secreto? asumir
las situaciones conforme se van presentando, entender que cada persona es libre
de tomar la decisión que quiera; así no sea la correcta; perdonar, seguir
adelante, pero por encima de todas las cosas agradecer a Dios y la vida cada
día por ese ser maravilloso que me llama: Mamá!
Continuara .......
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